El 21 de junio de 1880 salen de Granada, camino de Ciempozuelos, Mª Josefa Recio y Mª Angustias Giménez; con el deseo de entregar su vida a “algo” todavía indefinido.

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Así lo relata el Padre Manuel Iglesias S.J. en su libro “San Benito Menni, Profeta de la hospitalidad” (Madrid, 1999):

Desde que comenzó su misión restauradora, el P. Menni se dio cuenta de que el Señor necesitaba manos femeninas y corazón de madre para atender a las mujeres con enfermedad mental y las niñas con discapacidad, que por Estatutos no podían admitirse en los hospitales de la Orden. Como decidirse a fundar una Congregación con este fin era una “loca resolución” fue dando largas; pedía luz a la Virgen, mendigaba ayuda, de momento, a institutos femeninos ya existentes que se vio no llegaban a solucionar el problema.

Mientras tanto, en el sur, en la Granada de “Juan Ciudad” dos mujeres María Josefa Recio y María Angustias Giménez sentían la llamada de la gracia a salir de sí mismas y a entregar su vida a “algo” todavía indefinido. Después de diversas peripecias lograron ponerse bajo la guía espiritual del P. Menni, que siguió dando largas al proyecto de una fundación femenina.

Al final del verano de 1880 llegó a Granada la invitación del Padre desde Ciempozuelos “podéis venir, si queréis”. Y las dos fueron allá tras una huida nocturna de granada, para caer en una casa pobrísima e inhóspita, controladas por una ama intratable, llenando el día con montones y montones de ropa de los enfermos, entre habladurías de la gente sobre la honorabilidad del P. Menni. Buen comienzo, que estuvo a punto de ser el final. Pero buen comienzo marcado por la cruz, al estilo del portal de Belén. En carta circular a todo el Instituto (22 de junio de 1903) explicaba el P. Menni el secreto del éxito: aquella loca resolución resultó un acierto porque “brotaba del Corazón de Jesús, por virtud de su divino Espíritu”.

 

 

 

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