El domingo, 6 de febrero, en la Catedral de Cambrai, Región Norte de Francia, ha tenido lugar la celebración de la fusión de la Congregación de las Hermanas Agustinas Hospitalarias de la Inmaculada Concepción, con la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

El acto central ha sido la celebración de la Eucaristía presidida por Monseñor GARNIER, Arzobispo de la Diócesis Cambrai, en la que sor Mª Camino Agós, Superiora general de las Hermanas Hospitalarias, entregó el Crucifijo y las Constituciones de la Congregación a 47 Hermanas Agustinas, como signo de pertenencia a la Congregación. El día 18 de este mismo mes en Dapaong (Togo) se repetirá está celebración para las 24 hermanas que trabajan en África.

En esta celebración participaron 20 sacerdotes, entre ellos el obispo Auxiliar de la Diócesis de Lille, el Gobierno general de la Congregación de Hermanas Hospitalarias, Superioras provinciales de Europa, otras hermanas y algunos colaboradores, así como un grupo de Hermanos de San Juan de Dios. Asistieron también numerosos colaboradores y amigos de las Hermanas Agustinas hasta llenar la Catedral, siguiendo atentamente la celebración que se prolongó durante dos horas.

El P. Michael Dortel Cloudot, sacerdote Jesuita que ha acompañado a ambas congregaciones en este discernimiento durante los seis años que se ha prolongado, dio lectura al Decreto de fusión firmado por el Cardenal Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Religiosas y Sociedades de Vida Apostólica.

La Congregación de Agustinas Hospitalarias que se fusiona está formada por 71 hermanas. Viven la regla de San Agustín y practican la hospitalidad en centros del Norte de Francia y África (Togo y Burquina Faso). La historia de esta Congregación milenaria, data de 1070 con la fundación del Hospital de San Julián, en Cambrai, para dar respuesta a las necesidades de los enfermos. Con la misma finalidad nacen en la región otras comunidades religiosas autónomas “Maisons Dieu”, hasta que en 1845 se fusionan eligiendo a la Madre Monique LEROY como Superiora general. En la década de los 60 las Hermanas Agustinas acogen a otras dos pequeñas congregación, también Agustinas, que se fusionan con la suya.

La Casa madre que estaba en Cambrai fue destruida durante la guerra de 1940 reconstruyéndose en Saint-Amand-les-Eaux en 1954, donde continúa hasta la actualidad.

Desde al año 2.000 estas hermanas vienen reflexionando sobre la necesidad de buscar caminos de futuro uniéndose a otra Congregación, pero fue el 1º de mayo de 2004 cuando la Superiora general, sor Mª Florence Descamps, expuso la decisión de iniciar con nuestra Congregación una andadura de conocimiento mutuo que pudiera llegar a la fusión.

¿Por qué con la Congregación de Hermanas Hospitalarias? El proceso no podría haber culminado en esta fusión si en la base del mismo no existieran coincidencias fundamentales, carismáticas y apostólicas como son: la hospitalidad como elemento de identidad, la universalidad de la Congregación y el compromiso con los pueblos más necesitados, priorizando África, así como el cuidado de las vocaciones y la apertura a compartir la misión con los laicos. Nos une la espiritualidad basada en los mismo textos bíblicos y la dimensión comunitaria en su vertiente de “un solo corazón y una sola alma”, tan específica en San Agustín y tan añorada y vivida por las Fundadoras de la Congregación Hospitalaria.

Dos momentos importantes del proceso han sido: primero el Contrato de Agregación que las dos Superioras Generales, Mª Camino Agós, de las Hermanas Hospitalarias y Marie Florence Descamps, de las Hermanas Agustinas firmaron en Roma el 18 de octubre de 2005 de acuerdo con las normas del Derecho Canónico; y el segundo la solicitud de fusión a la Congregación de Religiosos que con fecha 2 de julio de 2010 contestó dando su aprobación.

En el camino recorrido en estos años no han faltado dificultades pero destaca la búsqueda del querer de Dios para ambas congregaciones, la apertura a las luces del Espíritu y el deseo de seguir a Jesús que no pasa de largo ante el que está caído en el camino (Lc 10, 29¬ 35), sirviendo a los pobres y enfermos. Por ello dice Sor Mª Camino: “Lo que en principio pudo responder a una “necesidad” ha llegado a transformarse en un nuevo camino de creatividad, esperanza y fidelidad a la vida religiosa».

Con esta fusión el carisma hospitalario se ha revitalizado para seguir siendo en el mundo luz y sal; luz que ilumine las mentes que están sumidas en el dolor y las tinieblas y sal que ofrece salud y vida.

 

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